lunes, 13 de abril de 2015

PORQUE TODOS LOS DÍAS NO SON IGUALES

   Hola de nuevo a todos, aquí estamos una semana más con vosotros. No os voy a seguir explicando el funcionamiento del negocio de la compra-venta y empeño porque a este paso vais a saber más que yo, pero lo que sí que voy a hacer es vender mi trabajo.

   Pensareis que estoy loca, pero cada día que voy al trabajo voy contenta y animada, con ganas de un nuevo día. Muchos pensaréis cómo puede gustarle a alguien ir a trabajar, pues a mí me gusta, ya que cada día veo y aprendo algo nuevo.

   El que un trabajo no sea nada monótono ayuda mucho para venir con ganas a trabajar, saber que no vas a hacer lo mismo todos los días, que vas a conocer a gente nueva, enfrentarte a nuevos retos y sobre todo aprender muchas cosas nuevas.

   Cuando empecé en el mundo de la segunda mano, conocía lo justo del funcionamiento de muchas cosas, pero con el tiempo he llegado a conocer un poco bastante del funcionamiento de muchísimas cosas, tanto como para parecer que tengo el manual de instrucciones en la cabeza. He aprendido a reparar cosas que nunca pensé que aprendería, y mucho más.

   Por eso os digo que cada día vengo con ganas a mi tienda, porque sé que no va a ser igual que el día anterior ni por asomo.

   Bueno, llegó la hora de la anécdota de la semana, que ya he visto que poco a poco os vais animando y me escribís comentarios en el blog, así me gusta. Esta vez la anécdota está relacionada con mis últimas vacaciones, ya que hace unas semanas me cogí una semanita para hacer la obra de mi casa (que entre mi marido y yo, somos muy apañados, jejejejeje). Y tras una semana sin parar, regresé a mi puesto de trabajo, con la mayor normalidad. Cuál fue mi sorpresa cuando pasaron varios clientes habituales asustados, pensando que me había marchado de la empresa, que majos! Pero pobres. Al decirles dónde había estado muchos de ellos me dijeron que la próxima vez les avise antes, que si no se iban a volver a asustar. La verdad que se agradece un montón, es una maravilla ser valorada tanto por gente a la que apenas conoces, por gente a la que sí, ves todos los días, pero que no saben nada de ti, más que el trato que les ofreces en la tienda.

   Como podéis ver, por todas estas razones me encanta mi trabajo, porque comprar-vender o empeñar todos los días no es algo monótono o repetitivo, y porque si hacer tu trabajo con ganas y bien hecho, la gente lo nota y te acaba cogiendo aprecio. Ya sé que no es una anécdota como a las que os tengo acostumbrados, pero creo que este tipo de clientes se merecían esta vez una mención especial.

   Y con esto me despido de vosotros hasta la semana que viene, y estaros tranquilos, que aquí me seguiréis leyendo y os seguiré contando tronchantes anécdotas.

2 comentarios:

  1. Cuando eres un habitual en cualquier tipo de negocios, ya sean restaurantes, tiendas... siempre haces una pequeña digamos amistad con sus dependientes, se extraña mucho la falta de uno de ellos. Y si además el trato que te ofrecen es bueno, se extraña mucho mas.

    ResponderEliminar
  2. PERO SI EN VUESTRA TIENDA CAMBIAN DE TRABAJADORES COMO DE BRAGAS, AHI NO DA TIEMPO CONOCER A NADIE JAJJAJA , TIENEN A DOS FIJOS Y LOS DEMÁS QUE RULEN JAJJA

    ResponderEliminar